Querido amigo, tengo frente a mi un precioso barco de vela surcando el mar azul de Ceará con un cielo lleno de nubes, y pienso en las 200 personas brutalmente asesinadas que ya nunca podrán ver el mar. Tengo, frente a mi las fotos de mis hijos, tan inocentes, tan hermosos, y tiemblo al pensar que Juan va todos los días a la Universidad en tren. No, no le ha ocurrido nada, no nos ha ocurrido nada a nosotros, estamos bien, pero rotos por dentro, temblando de dolor, sufriendo de indignación. Estábamos en Sao Paulo y cuando encendí la televisión no podía creer lo que estaba viendo. Madrid era Irak. Estábamos, quizás, acostumbrados a ver morir, por centenares, a los iraquíes y ya no nos conmovía. Ocurría demasiado lejos; no nos afectaba; la muerte allí es cotidiana, la muerte masiva. En España ETA mata a cuentagotas; solo en Barcelona asesinó una vez a 21 personas; el resto era un lento, inagotable, goteo; nunca una masacre de estas características. No me importa saber quien puso las bombas; la oposición critica al Gobierno; el Gobierno critica a la oposición. ETA, Al Quaeda... ¡Miserables, que mas da! ¡Han muerto 200 personas y otras más, heridas, van a morir! No las utilicen para obtener votos. ¡Lloren a los muertos y váyanse a la mierda!
Mi querido amigo, han muerto 200 personas, gente como tu y como yo, gente como nuestras mujeres, como nuestros hijos, gente inocente que iba a trabajar, a estudiar, y no acabo de creer que haya sucedido. No se qué me ocurre por dentro. Tengo ganas de llorar. Me aferro a la vida, a Sol, y pienso que no tengo razón cuando me quejo de tantas cosas. ¡Estoy vivo! Respiro, siento, estoy aquí, conversando contigo, todo lo demás no importa.
"Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé! /Golpes como del odio de Dios..." (César Vallejo)
Gracias por tu, por vuestra preocupación. Muchos abrazos desde el dolor. ¡Viva la vida! Vicente.